8.10.2006

Cobalto.- Cástulo Aceves

Ella llega al aeropuerto demasiado temprano para el vuelo, debe esperar. Pasa por la sala general que luce casi vacia. Pequeños grupos de personas, con rostros cansados, observan sus relojes, revisan los monitores de llegadas o duermen sentados. Son las dos de la mañana. Le llama la atención un joven. Esta vestido con ropa formal. La mujer se detiene un segundo, finge estar viendo una pantalla con las salidas y lo observa de reojo. El muchacho tiene una expresión distinta, nerviosa y, en primer momento le parece, algo maléfica. Abraza un ramo de flores y a su lado hay un oso de peluche tan grande que ocupa un asiento como si fuera un niño de díez años. Él parece darse cuenta de que es observado. Voltea hacia la mujer y le sostiene la mirada. Ella se sonroja ligeramente, después sigue su camino.

[Sigue cuento aqui...]